El presidente advierte que la elección será un plebiscito de su gestión y espera confiado un triunfo que lo consolide en la interna del Frente de Todos
Fernández plantea que una victoria le servirá para revalidar su poder entre sus socios kirchneristas y massistas, y que será clave para el segundo tramo del mandato.
Por Santiago Dapelo (*)
“Ganar te fortalece”. Las palabras pertenecen a Alberto Fernández cuando faltan cuatro días para una elección legislativa bisagra para su gobierno. Un triunfo, algo que dan por descontado cerca del jefe del Estado, creen que le permitirá al oficialismo dar una vuelta de página tras una gestión marcada por la pandemia del coronavirus y los errores propios, y encarar la segunda mitad del mandato con fuerza renovada.
El Presidente advierte que la elección de medio término tendrá el efecto de un plebiscito para su administración. Con una victoria, sobre todo en el territorio bonaerense, está convencido que podrá avanzar con su agenda y evitar los cambios profundos que le exigen, cada día más abiertamente, algunos de sus socios en el Frente de Todos. Una derrota o un empate, en contraposición, barrunta que podría herirlo gravemente y que lo dejaría con pocos recursos para contener un avance sobre su gobierno.
Pese a los pedidos para que “ordene” su administración, Alberto Fernández no cree por ahora que un cambio de equipo sea la respuesta ante la necesidad de relanzar su gobierno, aunque en privado reconoce el “desgaste” que sufrió el gabinete durante la pandemia. Es por eso que una de sus principales obsesiones es lograr mantener el equilibrio de fuerzas dentro de la coalición para evitar una confrontación interna.
En este punto, según advierten aquellos que lo acompañan a sol y sombra, la mayor fortaleza del Presidente es que se presenta como “una especie temporizador necesario para que el frente no explote”. El propio Fernández repite en conversaciones privadas que cada uno tiene que cumplir la función que le fue asignada.
En esto resalta el rol que cumplen Cristina Kirchner, Sergio Massa y La Cámpora, la agrupación que lidera Máximo Kirchner, la terminal de poder que hoy más presión ejerce para lograr cambios en la estructura de gobierno. Lo que genera una tensión, por momentos, desbordante.
El Presidente, sin embargo, busca minimizar y maquillar las diferencias. “Presionar lo hacen todos. Hacemos política y todos tratan de ganar posiciones. Están haciendo política”, enfatizaron allegados al jefe del Estado.
En uno de los breves tiempos sin actividad electoral, en un cruce casual con LA NACION por los pasillos de la Casa Rosada, el mandatario ratificó que lo que está en debate y se comenzará a resolver el domingo próximo es una elección sobre “dos modelos diferentes de país”.
En este punto, todo vuelve a girar en torno a la figura más taquillera de la oposición, Mauricio Macri. Desde el Gobierno aseguran que no buscan una polarización con el expresidente y que su protagonismo está enmarcado en la interna de Juntos por el Cambio. “Macri se subió solo al ring porque se siente desplazado por los propios. Lo de Macri es una cosa singular”, describieron desde Balcarce 50.
El último capítulo del enfrentamiento entre el Presidente y su antecesor estuvo marcado por los golpes bajos y las acusaciones cruzadas. En este punto, en la Casa de Gobierno celebraron la aparición del exviceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis, quien ratificó que, tras las PASO de 2019, Macri le había pedido “ayuda” al candidato del Frente de Todos “para estabilizar la economía” e incluso indicó que él mismo participó de esa gestión.
“Mauricio Macri me parece un indecente”, sostuvo Fernández ante LA NACION. En las últimas horas el Presidente recordó que Álvarez Agis fue el nexo entre el equipo económico del entonces presidente y el mandatario electo.
Cerca del Presidente completaron su frase: “Macri hace cosas increíbles como salir a desmentir que no nos pidió ayuda después del quilombo que armó tras la derrota en las primarias. Me parece muy miserable que lo trate de mentiroso a Alberto, que puso a Álvarez Agis a negociar porque este tipo no sabía qué carajo hacer; todo se le había ido todo de las manos”.
El jefe del Estado, que hoy visitará Mar del Plata y mañana protagonizará junto a la vicepresidenta el cierre de la campaña en Tecnópolis, no guarda muchas expectativas respecto a la posibilidad de avanzar con un acuerdo de puntos básicos con la oposición, principalmente con la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por delante.
“Ellos [por los integrantes de Juntos por el Cambio] no quieren. Me impresiona mucho, ellos son los que no quieren hablar”, destacó el Presidente en charlas privadas con sus asesores, según pudo reconstruir este medio.
En sus próximas presentaciones, Fernández continuará con la estrategia en la que se busca imponer una súper polarización con Juntos por el Cambio con el objetivo de consolidar el voto propio y evitar la fuga hacia terceras fuerzas. Nada cambiará por ahora.
En medio de un clima social atravesado por la apatía generalizada y el desencanto, el Presidente y los principales protagonistas del Frente de Todos apelarán a la comparación extrema con el gobierno macrista para reforzar el mensaje en el sprint final de la campaña.
Pero ese terminará el domingo por la noche, según advirtieron fuentes oficiales. “Es una situación difícil, la gente está alterada”, reconocieron desde el búnker oficialista.
El lunes, con el resultado sobre la mesa, dos caminos se abrirán para el Presidente que tendrán como fecha tope el 14 de noviembre: la revalidación de la gestión y de su gabinete o el comienzo del fin de una gestión atravesada por las dificultades externas e internas.
*Nota del diario La Nación